Sermón de Rosh Hashaná 5778

Hace algunos meses me tocó exponer sobre que dice la tradición judía acerca de la ecología y nuestra responsabilidad hacia el medio ambiente. El marco era un encuentro judeo-católico en Bogotá y allí cité diversos pasajes de nuestros textos sagrados para hablar del rol del ser humano en relación con el planeta y como preservarlo, para legarlo a las generaciones futuras.
Entre otras reflexiones que me dejó el encuentro una idea me estuvo rondando la cabeza y quería compartirla en esta noche de Rosh Hashaná, tiempo de reflexión e introspección: ¿Cómo hacemos para aplicar la noción ecológica a la tradición judía?, es decir cómo logramos ser judaicamente ecológicos.

Ojo. No me estoy refiriendo al tema de mi exposición sino a poder entender que es nuestra responsabilidad construir una cultura judía que nos permita enriquecernos con las tradiciones y la sabiduría de nuestro pueblo y al mismo tiempo poder traspasar esa identidad, esos valores y esas experiencias a los que vienen detrás.
En otras palabras, si la ecología se encarga de ver cómo nos relacionamos con el medio ambiente, como lo cuidamos para poder disfrutarlo nosotros y garantizar que también nuestros hijos y nietos puedan gozar de él, nuestra tarea fundamental como judíos es lograr que nuestra tradición sea vivenciada de tal forma que enaltezca nuestra vida y continúe como legado para las generaciones siguientes.
Por eso, en esta noche sagrada, en esta jornada llena de simbolismos, unidos a la cadena milenaria de nuestro pueblo, congregados en nuestra casa y ante la presencia de Dios, quisiera proponerles – con toda humildad – un programa de acción que nos permita ser personas, familias y una comunidad judaicamente ecológicos.
Se trata de un plan muy sencillo. Que está alcance de cualquiera. Sólo se necesita voluntad, deseo y decisión. Lo llamo el programa de las 6 Es.
Con cumplir estos 6 pasos, cada uno resumido en una palabra que empieza con la letra E, les garantizo que sus vidas y nuestra congregación, serán sumamente enriquecidas y además podrán obtener un diploma que los certifica como “personas judaicamente ecológicas”.
Veamos:
1. Esencial
2. Ecléctico
3. Ética 
4. Educación
5. Experiencia
6. Emoción/ Entusiasmo
1. Esencial:
Necesitamos un judaísmo que surja de nuestra esencia más íntima, de nuestra fibra profunda; un judaísmo que atraviese todas las facetas de nuestras vidas.  Un judaísmo hondamente arraigado en nuestro ser que nos comprometa a ser judíos no part time, ni siquiera full time sino judíos full life. Un judaísmo que recorra cada pulgada de nuestro ser y que de sentido a cada instante. 
Un judaísmo que nos defina y a partir del cual podamos construir nuestras relaciones con el mundo que nos rodea. Un judaísmo esencial, que manifieste en acciones nuestra esencia, quienes somos, que creemos y que aspiramos ser. 
2. Ecléctico
El judaísmo puede y debe manifestarse de diversas maneras. Incluye todo aquello que pertenece a la civilización judía. La vivencia religiosa es sumamente importante, pero debe ser acompañada con el desarrollo de otros aspectos que hacen a la identidad judía contemporánea. 
Por ejemplo, aprender hebreo, disfrutar de las manifestaciones artísticas y culturales judías – cine, literatura, danzas, etc.-, establecer lazos con el estado de Israel y con otras comunidades judías. Apasionarse con los logros deportivos de algún equipo israelí, estudiar la historia de nuestro pueblo, degustar sus exquisiteces culinarias.
Es tan amplia la avenida que nos permite avanzar en la vida judía que cada uno puede escoger de acuerdo con sus gustos e intereses, logrando así fortalecer su identidad judía. Una visión integral del judaísmo nos posibilita conocerlo y disfrutarlo en toda su abundancia y diversidad.
3. Ético 
No es posible concebir el judaísmo disociado de su preocupación por el Tikun Olam, perfeccionar el mundo. Necesitamos dar nuestro mejor esfuerzo en ese sentido y hacerlo orgullosamente desde los principios y valores que la tradición judía nos ha legado. Nuestro histórico compromiso con los más nobles valores humanos es fruto de las enseñanzas de nuestros textos sagrados. 
Recuerden que cuando el sabio Hilel tuvo que resumirle al gentil que vino a desafiarlo, toda la Torá en el tiempo en que estaba parado en un solo pie le dijo: “No le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti, el resto es comentario, ahora ve y estudia.”
Desde la visión de nuestra tradición la ética es parte fundamental de la experiencia religiosa. Por supuesto que puede haber ética sin religiosidad, pero definitivamente no es viable una religiosidad sin ética, sin la preocupación por el otro.
Hasta aquí creo que vamos bien. Las primeras 3 “Es” son: Esencial, Ecléctico y Ético no parecen muy complejas ni están muy alejadas de nuestra realidad. La segunda parte sin embargo plantea la necesidad de un cambio concreto.
4. Educación
Necesitamos educarnos judaicamente. Ningún programa serio puede ser efectivo si se construye desde la ignorancia. No podemos aspirar a heredar a nuestros hijos algo que no poseemos. La paradoja de nuestro tiempo es tener una membresía de gente exitosa, ilustrada, con iniciativa, pero judaicamente poco o nada formada.
No hay alternativa. El estudio de nuestros textos, de nuestros pensadores, de nuestra tradición, es fundamental. Sin un compromiso firme en este campo, los resultados van a ser magros. Sólo una congregación judaicamente instruida puede hacer frente exitosamente a los dilemas de su tiempo.
Los invito a crear, a buscar y a demandar oportunidades y espacios para profundizar el estudio del judaísmo en forma individual o colectiva. Un rabino es un maestro esa es mi función y además tenemos aquí un equipo deseoso de poder hacerlo. Es cuestión de aprovecharlo.
Nada de lo que hagamos nos garantizará el éxito en nuestra tarea, pero debemos estar claros que la ignorancia y la apatía certificarán nuestro fracaso.
5. Experiencia
La educación tiene que ir acompañada de vivencias. El judaísmo es un estilo de vida. Lo decimos, pero no siempre lo practicamos.  El sistema de Mitzvot se basa precisamente en traducir en acciones aquello que creemos. Necesitamos rituales.
Como individuos, como familias y como congregación, necesitamos practicar rituales que reafirmen nuestra identidad, expresen nuestras ideas y nos sirvan para educar a las nuevas generaciones. 
Sin experiencias, sin vivencias, vamos a tener un judaísmo platónico, un judaísmo que quizás exista en la teoría pero que es imposible de materializar.  Decidámonos a adoptar en nuestras vidas aquellos rituales que puedan darle una mayor profundidad, un mayor vuelo a nuestra esencia judía. Consagremos tiempo al aprendizaje y a la práctica si queremos hacer de la experiencia judía algo relevante.
La mejor y más efectiva enseñanza que podemos dar a nuestros hijos es nuestro propio ejemplo.
6. Emoción/ Entusiasmo
Ninguno de los 5 puntos anteriores puede ser puesto en práctica sino se hace desde la entrega, con devoción y alegría. 
La pasión es un requisito indispensable para alimentar todo nuestro ser judío. Para enfrentar los dilemas y los retos que se nos presentan, para superar los obstáculos. Para contagiar a otros a tomar en serio su propia tradición y para derrotar la apatía que muchas veces nos rodea. 
Necesitamos un judaísmo de corazón, un judaísmo con energía, con electricidad, que nos motive a superarnos, a crecer, a ser mejores personas, a vivir una vida con mayor significado. 
Entreguémonos con entusiasmo y alegría. Disfrutemos el maravillo hecho de ser judíos. Inspirémonos con la sabiduría de aquellos que nos antecedieron y sembremos las semillas para poder cosechar frutos que nos llenen de orgullo.
Seis pasos. Seis letras E. Esta es mi propuesta Sencilla y puntual para ser judaicamente ecológicos.
Para cada uno, para su familia y para toda la congregación.
Un judaísmo que sea
1. Esencial
2. Ecléctico
3. Ético
4. Educación
5. Experiencias
6. Emoción/ Entusiasmo
Un último comentario: El color verde se convirtió en sinónimo de ecología, de aquello que es amigable con el medio ambiente. ¿Cuál debería ser el color apropiado para nuestro judaísmo ecológico? Les propongo el turquesa, ese azul que está entre el celeste y el verde. ¿Por qué?
Miren lo que encontré en internet:
“Es un color que representa el lado emocional. Es un color que al mirarlo nos puede recordar al azul del cielo o del mar, sobre todo de aguas como las del mar caribe, que es de un color azul turquesa.
Es un color vivo y que ayuda a ser más creativo e inspirador, haciendo que puedas plasmar nuevas ideas de una forma más artística e inspiradora, reforzándote el ánimo y tu sensibilidad a la hora de crear alguna obra de arte. También es un color relajante y que puede incitar a la motivación de crear algo en concreto.”
Suena interesante ¿no? Pero les confieso que no lo escogí por ninguna de estas razones sino por otra, una muy especial: Es el color del logo de Kol Shearith Israel.
Solo es posible ser ecológicamente judíos en comunidad y nuestra congregación con 141 años de historia puede dar fe de que así son las cosas.
Así que los invito, los convoco en esta noche de Rosh Hashaná a asumir el compromiso de ser judaicamente ecológicos. 
Nuestros hijos y nietos lo merecen.
Nuestros padres y abuelos también.
Por nosotros y por ellos es hora de comenzar.