Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
Rabino Lic. Daniel A. Kripper
Beth Israel – Aruba
Esta Parashá marca el punto de la transición entre la generación del Éxodo y la generación que ingresará en la Tierra de Israel.
En los días finales de la travesía por el desierto, la Torá describe la muerte de Miriam, y los sucesos subsecuentes que tuvieron lugar en ese período.
Es muy poco lo que se narra al respecto de Miriam, en comparación con la profusión de relatos respecto de otros personajes centrales de la saga bíblica tales como Moisés, Aarón o David. Ello no debería asombrar a nadie dada la cultura patriarcal que prevalecía en esos tiempos.
Cuando encontramos a Miriam por primera vez, no se la menciona por su nombre, ella es sólo la hermana del niño pequeño que fue dejado en una cesta en el Nilo.
Miriam fue quién salvó a Moisés de la muerte en las aguas del Nilo. Este fue su rol providencial, y su acción salvadora.
La segunda vez tampoco aparece su nombre, se la menciona como la hermana mayor de Moisés y Aarón. Sólo después de la salida de Egipto, luego de cruzar el Mar Rojo, ella aparece como quien trajo la alegría al pueblo de Israel, tal como describe el versículo:
“Miriam la profetisa, hermana de Aarón, tomó en su mano el pandero, y todas las mujeres salieron tras ella con panderos y danzas. Y Miriam les respondía: «Canten al Eterno porque ha triunfado gloriosamente (es exaltado en gran manera); Al caballo y su jinete ha arrojado al mar.» (Éxodo 15:20-21).
Llama la atención que el texto le confiere nada menos que el título de “profetisa”, algo nada común tanto en ese tiempo como también en épocas posteriores…
Vivió en el período en que los israelitas vivían en Egipto como esclavos y el faraón había decidido matar a todos los hijos varones que nacieran. Miriam era la hija mayor de Amram y Yojeved.
El Talmud la nombra como una de las siete principales profetas de Israel. La Torá la describe junto a Moisés y Aarón como liberando a los judíos del exilio en Egipto: «Porque yo os saqué de la tierra de Egipto y os redimí de la casa de la esclavitud, y envié delante de vosotros a Moisés, Aarón y Miriam”. Según el midrash, así como Moisés sacó a los hombres de Egipto y les enseñó Torá, así también Miriam sacó a las mujeres y les enseñó Torá.
Después de describir el decreto de Faraón y la negativa de las parteras a obedecerlo, la Torá cuenta: «Un hombre de la casa de Leví fue y se casó con una hija de Levi». Los Sabios enseñaron que esto se refiere a que Amram se volvió a casar con Yojeved y que la palabra «fue», de otra manera superflua, se refiere al hecho de que al hacerlo, Amram actuó de acuerdo con el consejo de su hija Miriam. Los detalles de esta preciosa leyenda son los siguientes:
A causa del decreto de arrojar a todos los niños varones al Nilo, Amram, que era el líder de la generación, decidió que en esas condiciones era impensable tener más hijos y así se divorció de su esposa, por lo que los otros hombres siguieron su ejemplo. Miriam criticó a su padre diciendo, «Tu decreto es más severo que el de Faraón: el suyo es sólo contra los niños, el tuyo es también contra las niñas; El suyo es solamente en este mundo, el suyo se aplica también al siguiente; el suyo puede no ser ejecutado, el tuyo no ofrece ninguna posibilidad”. Amram aceptó su reprensión y volvió a casarse con su esposa, por lo que los otros hombres siguieron su ejemplo. Cuando Amram se volvió a casar con Yojeved, la sentó en un trono nupcial y Miriam y Aaron bailaron delante de ella mientras los ángeles ministradores anunciaban el nacimiento de Moisés cantando: «La madre de los hijos se regocijará».
El sabio consejo de la joven Miriam no sólo hizo que todos los hijos de Israel se volvieran a casar y desafiaran el criminal decreto. Según el midrash, incluso aun a edad temprana ella ya tenía el don de la profecía. Después de que Miriam convenció a Amram de volver a casarse con Yojeved, ella profetizó: «Mi madre está destinada a dar a luz un hijo que salvará a Israel». Así, la Torá afirma acerca de Yojeved, «La mujer concibió y dio a luz un hijo», y cuando Moshé nació, la casa se llenó de luz y Amram besó a Miriam en su frente y dijo: «Mi hija, tu profecía, se ha cumplido».
Otra de las legendas dice que en mérito de Miriam una fuente de agua acompañó milagrosamente a los hijos de Israel durante sus largas caminatas para proveerles agua en el desierto. Esta fuente es conocida como “La Fuente de Miriam». Recordemos que el nombre de Miriam está asociado con el agua: el Nilo, el Mar Rojo, y que su nombre mismo significa “aguas salinas”, tal vez en recuerdo a los días amargos de la esclavitud en Egipto. El agua representa generosidad, reflejo de su alma abnegada y bondadosa. No es de extrañar pues, que después de su muerte, dicha fuente desaparece, y el pueblo reclama por agua, con mayor vehemencia.
Interesantemente hoy en día, y por inspiración de grupos feministas, en la noche del Seder, a la tradicional copa de vino para el Profeta Eliahu, se agrega una copa de agua en memoria de la fuente de Miriam. Un digno homenaje para quien fuera una amorosa fuente de vida y ejemplo para generaciones.
Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba