Rabino Claudio Jodorkovsky
Asociación Israelita Montefiore
Bogotá, Colombia.
De acuerdo al texto de nuestra Parashá el árbol de la vida estaba ubicado “en medio” del jardín del Edén (Bereshit 2:9) y de acuerdo a una de las tantas lecturas posibles del relato, sus frutos ofrecían vida eterna a quién comiera de ellos. A la luz de esta lectura, los sabios sostienen que el árbol de la vida representa a la Torá, como está escrito en el libro de los proverbios (3:18) “(La Torá) es un árbol de vida para los que se aferran de ella”. Y así como ocurría en el jardín del Edén, la Torá se encuentra también ubicada “en el medio”, en este caso del pueblo judío, y ofrece vida eterna a Israel a través del apego a sus enseñanzas y preceptos.
Como judíos, en especial debido a la condición diaspórica de nuestras comunidades, nos vemos sometidos regularmente a costumbres, mensajes y celebraciones que no nos pertenecen y hacen que nos preguntemos si acaso al incorporarlas no estamos desplazando la centralidad de la Torá y la tradición de nuestro pueblo del centro de nuestras vidas. Y traigo este tema en especial porque por estos días las calles de nuestras ciudades comienzan a llenarse con figuras y adornos de la festividad de Halloween y la televisión introduce sus mensajes al interior de nuestros hogares incluso sin consultar nuestra opinión.
¿Está mal que un judío celebre Halloween? Muchos sostienen que el festejo actual perdió cualquier contenido religioso y se trata únicamente de una sencilla invitación a celebrar. Para otros, aun cuando esto pueda ser así, Halloween incluye una serie de imágenes relacionadas con la muerte que poco se condicen con la visión que tiene al respecto nuestra tradición y en este sentido el festejo puede perjudicar nuestra identidad judía, en especial la de los niños.
A nivel personal, me inclino por pensar que como judíos, antes de preguntarnos por la conveniencia de incorporar celebraciones que no son parte de nuestra tradición, tenemos el desafío de priorizar aquellas que sí lo son y de las que por diferentes motivos a veces nos hemos alejado. Me pregunto: De nuestros hermanos judíos que celebran Halloween, ¿Cuántos son los que también se preocupan por disfrazarse en Purim con la familia, construir una Sucá en Sucot o encender la janukiá durante los ochos días de Januká? Nuestro calendario está colmado de oportunidades para reunirnos y compartir en familia y comunidad las celebraciones de nuestra tradición y cada vez que lo hacemos estamos contribuyendo para que la Torá sigua manteniéndose al centro de nuestra vida y así nuestro pueblo permanezca vivo a pesar del paso de los años.
Por eso, ante los mensajes y valores que se nos imponen desde “afuera”, pienso que la actitud judía debe ser, ante todo, la de volcarnos a nuestra milenaria tradición para rescatar nuestras hermosas tradiciones y celebraciones, llenas de significado, valores y hermosas vivencias y de ese modo sean ellas las que estén en el centro de nuestra vida, nutriéndola y otorgándole el equilibrio requerido para enfrentar los desafíos de nuestra época.
¡Shabat Shalom Umeboraj!