Por el rabino Gustavo Kraselnik
Estamos en temporada alta. En
términos sinagogales, los Yamim Noraim son temporada alta.
El nivel de actividad
comunitaria propio de esta época del año desde Rosh Hashaná hasta Yom Kipur es
de una intensidad tal que supera ampliamente la media, y eso sumado a la rutina
trae como resultado una agenda apretada.
Por esa razón, desde hace
muchos años, cuando se acercan las fiestas de Tishrei, yo incorporo en mi
cabeza una suerte de variable: AYN o PYN, es decir, Ante Yamim Noraim
o Post Yamim Noraim. Cualquier invitación o cualquier propuesta que recibo
durante las semanas previas atraviesa ese filtro mental.
Si es AYN y no queda demasiado
cerca de Rosh Hashaná, que es cuando la efervescencia del movimiento comienza,
acepto gustoso; y si es PYN, salto de alegría porque en ese momento del año, en
las semanas previas a Rosh Hashaná, me da la sensación de que después de Yom
Kipur es como estar en la playa, no pasa nada. Por supuesto que es una visión
distorsionada de la realidad, pero quien me quita esa ilusión.
Les cuento esto porque hace
más o menos un mes atrás recibí una invitación interesante. La hermana Rosmery
Castañeda, directora de la Escuela Bíblica de la Arquidiócesis de Panamá me solicitó
que, en el espíritu del diálogo interreligioso, hiciera una exposición desde
las fuentes judías en un congreso internacional virtual que reúne a jóvenes
misioneros cristianos de distintos países de la región. Cuando pregunté la
fecha vi que era PYN (Post Yamim Noraim): domingo 19 de septiembre. Así que contesté
que podían contar conmigo.
Algunos días más tarde, me
sugirió el tema de la ponencia: “El Éxodo, el camino de liberación del pueblo
judío.” Interesante, me pareció bien. Yetziat mitzraim, la salida de Egipto, la
libertad, etc., “estamos bien” pensé – básicamente tengo que hablar de Pésaj. “¿Y
de cuánto tiempo debe ser la exposición?” 45 minutos (¡45 minutos! Imagínense
que mi zona de confort para hablar es de unos 15 minutos – pueden tomar el
tiempo de este sermón – tengo que preparar 45 minutos…)
Pero hay algo más. Cuando mire
con detenimiento la agenda, me di cuenta de que Kipur termina jueves en la
noche, después viene el viernes, que es solo medio día útil para hacer todas
las cosas que deje para después de Kipur, luego después shabat y el domingo es
el día de la exposición de 45 minutos. ¡Qué terrible error!
Reconozco que mi mecanismo no
funcionó de manera apropiada, así que en medio de estos Yamim Noraim no me
quedó más remedio que empezar a preparar mi ponencia sobre Pésaj para este
domingo, por lo que verdaderamente me encuentro en una paradoja. No sé si estoy
en mejores condiciones esta noche para hablar sobre Pésaj que sobre Yom Kipur.
Pésaj o Yom Kipur
Pensando este sermón en medio
de esta disyuntiva me acordé de que varios años atrás, mi primer o segundo año
como rabino de Kol Shearith, todavía en la antigua sinagoga de Avenida Cuba
comencé mi sermón de Kol Nidré cantando Ma Nishtaná, la canción emblemática de
Séder de Pésaj y preguntaba precisamente por que esta noche, la noche de Kipur,
es diferente a todas las demás.
No hay duda de que Ma Nishtaná
es también una pregunta apropiada para esta jornada solemne; los rollos de la Torá
vestidos de blanco frente a toda la congregación, la sinagoga repleta, el clima
de solemnidad, la gente vestida para la ocasión. Es el único día al año que la
gente llega temprano a la sinagoga. Ma Nishtana Halaila Haze.
Se me ocurrió entonces que
quizás pudiéramos ver si es posible conectar Pésaj con Yom Yipur; compararlos,
detenernos en las semejanzas y en las diferencias para tratar de sacar algunas
conclusiones valiosas.
Con ese objetivo en mente ¿qué
fue lo primero que hice? Lo que haría cualquier rabino inspirado por siglos de
sabiduría judía: fui a Google y tecleé Yom Kipur y Pésaj, a ver qué salía.
Lo primero que me apareció fue
un artículo muy interesante del año 2013 que daba cuenta de una encuesta en la
judería de los Estados unidos que preguntaba cuál era la festividad judía más
significativa. Yom Kipur y Pésaj, en ese orden, encabezaban la lista. Son los
días sagrados más importantes del año. Sugestivamente la encuesta también
mostraba que para los más jóvenes, la brecha entre ambas celebraciones era
menor que para sus mayores. Tema interesante para pensar… otro día.
Google me aportó además algunas puntas más para
conectar ambas festividades.
La lectura de la Torá que hacemos en la mañana de Yom
Kipur, que describe el ritual de la expiación (Vaikrá, Levítico cap. 16) es
también el comienzo de Parashat Ajarei-mot que generalmente se lee la semana
anterior o la semana siguiente a Pésaj.
Pero no solo es la cercanía en la fecha. Una lectura
pormenorizada del protocolo descripto nos trae algunos vínculos interesantes.
El lugar central del chivo expiatorio, aquel en el que se depositan
simbólicamente las faltas del pueblo, en el ritual de Yom Kipur y el animal que
se presentaba como ofrenda de Pesaj. El uso de la sangre como elemento
expiatorio en el sacrificio que se ofrendaba a Dios en Yom Kipur y la
utilización de la sangre del animal ofrendado como elemento de protección de
las casas israelitas en la última plaga en aquel primer Pésaj en Egipto.
Y si salimos del texto bíblico y avanzamos en la
historia, encontramos la descripción que realiza el Talmud de los preparativos
del Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) para el ritual expiatorio de Yom Kipur, cuando
por única vez al año entraba al Kodesh Hakodashim, al Santo de los Santos y
pronunciaba el nombre inefable de Dios. Es tal el nivel de minuciosidad de esa
preparación que se asemeja a la complejidad de las disposiciones que tiene la
preparación de nuestros hogares para la celebración de Pesaj.
Y podemos también encontrar conexiones interesantes con
el Seder.
Comenzamos el Maguid, el relato, mostrando la Matzá y
diciendo: “Este es el pan de la pobreza… que venga y coma todo aquel que tenga
hambre”, y en Yom kipur en la lectura de la Haftará que haremos mañana en la
mañana el profeta Isaías nos recuerda que el ayuno que Dios quiere de nosotros
es aquel en el que compartimos nuestro pan con el hambriento.
Bejol Dor Vador, “En cada generación cada uno debe
verse como si el mismo hubiera sido liberado de Egipto”, así dice la Mishná en
el tratado de Pesajim y nosotros lo repetimos cada año cuando leemos la Hagadá.
Volver a atravesar la experiencia. No solo contar la historia, sino también
revivirla.
De igual forma los sabios estructuraron Yom Kipur para
hacernos viajar en el tiempo. Como dijimos antes, leemos en la Torá el ritual
de la expiación, en la Haftará escuchamos al profeta Isaías hablar a sus
contemporáneos en un Yom Kipur de hace unos 2500 años y luego casi al final del
Musaf nos trasladamos a Jerusalem para asistir al ceremonial que mencioné
recién, que se hacía en este día en el Beit Hamikdash. Viajamos al pasado para
comprender el presente.
Y también en ambas jornadas sagradas miramos el
futuro. Terminamos el Séder con las mismas palabras con las que mañana
cerraremos nuestro día de ayuno y plegaria: “Leshaná Habaá Birushalaim, el año
próximo en Jerusalem.” La esperanza redentora se hace presente.
Pésaj y Yom kipur tienen en común la mirada hacia el
pasado y la proyección hacia el futuro.
Como ven hay más cosas en común de las que podíamos
suponer a priori entre Pésaj y Yom Kipur, pero claro está, también hay
diferencias significativas. En Pésaj la comida es un punto muy importante y en Yom
Kipur estamos ayunando.
Pésaj dura 8 días y está basada en un hecho histórico,
la salida de Egipto, mientras que Yom Kipur dura un solo día (gracias a Dios) y
desde sus orígenes estuvo enfocada en la conexión del ser humano con lo
trascendente sin asociarse a un evento particular.
En Pesaj la acción central ocurre en el hogar sentados
alrededor de la mesa, en la intimidad familiar celebrando el Seder, mientras
que en Yom Kipur lo trascendente ocurre en la sinagoga. El Kol Nidré, las
plegarias, el Izkor la Neilá…
En Kipur dependemos de nuestra Jazanit que nos guía en
la plegaria con la esperanza de que nuestras oraciones lleguen al cielo, quizás
sea una reminiscencia del rol del Cohen Gadol durante la época del Templo,
mientras que en Pesaj cada uno tiene que hacerse cargo de su propio Seder, cada
padre y cada madre se convierte en un Cohen Gadol.
En Pesaj la pregunta es la dinámica por excelencia. La
interacción que incluye a todos desde el más pequeño preguntando Ma Nishtana Ha
Laila Haze hasta las personas mayores relatando los detalles de la Hagadá. Yom Kipur
nos encuentra unidos, pero no dialogando, rezando juntos, con nuestras palabras
y nuestros pensamientos dirigidos al cielo
Pareciera ser que, así como comparten su visión de
pasado y futuro, Pésaj y Yom Kipur discrepan radicalmente en el presente.
O quizás más que tener perspectivas diferentes, pudiéramos
pensar que son complementarias. ¿Qué tal si contemplamos ambas festividades,
con todas sus diferencias como dos piezas sueltas de un rompecabezas que solo
cuando logramos ensamblarlas nos dejan ver la imagen completa?
Pesaj se enfoca en la dimensión familiar, en la
transmisión de la tradición (ambas palabras conectadas etimológicamente tanto
en español como en hebreo), en forjar la identidad de las nuevas generaciones a
partir de un ritual íntimo, personal. Pesaj es el encuentro intergeneracional
en el seno del hogar. Así como aprendemos las cosas básicas de la vida en
nuestro hogar, a caminar a comer a ir al baño, también debemos aprender los
aspectos fundamentales de la vida judía en el hogar.
Por el contrario, Yom Kipur nos trae la dimensión
comunitaria de la vida judía. El ser parte de algo más amplio. El compartir la
vida en su totalidad, en la experiencia sinagogal de la liturgia que demanda un
minian, un quorum mínimo porque solo como colectivo podemos lograr una plegaria
plena.
Yom Kipur representa eso tan extraordinario que es
estar juntos. Y como siempre pasa apreciamos las cosas cuando no las tenemos y
si algo aprendimos en este último año y medio (espero que lo hayamos aprendido)
es cuan necesario es precisamente esto: estar juntos. Estar juntos para las
celebraciones y para lo cotidiano, para los momentos de alegría y también para
los otros. Reunirnos, rezar, compartir…
Pesaj define nuestra pertenencia como individuos en el
marco familiar, Yom Kipur hace lo mismo en la dimensión colectiva. Una vida sin
Pesaj esta vaciada de contenido y una vida sin Yom Kipur no alcanza a
desarrollarse.
Necesitamos de ambas.
Necesitamos enriquecer nuestra vida familiar y nuestra
vida comunitaria.
El pasado nos inspira y el futuro nos llena de esperanza,
pero para conectar ambos, judaicamente hablando, debemos vivir una vida plena,
en nuestros hogares y en comunidad.
De Rosh Hashaná a Yom Kipur es temporada alta, pero tengamos
presente que la tarea importante, donde en verdad hacemos la diferencia, no
solo yo sino también cada uno, la tarea realmente importante aquí y en nuestros
hogares es la que hacemos, es la que tenemos que hacer, desde Yom Kipur hasta Rosh
Hashaná.