Diego Engelbert, un educador argentino que emigró a Israel en 1989 junto a su familia, se ha convertido en una voz importante en la Organización de Familias de Secuestrados y Desaparecidos del 7 de octubre de 2023. Su historia, marcada por la tragedia y la esperanza, revela la profunda herida que ha dejado el conflicto en su vida personal y en el de toda la comunidad. A continuación les compartimos esta entrevista que nos concedió Diego durante su visita a nuestra congregación en el acto conmemorativo llevado a cabo el pasado 7 de octubre.
Un hogar en el kibutz
Diego, padre de tres hijos, se estableció en el centro de Israel, mientras que sus hermanas, Karina, Paola y Yanina, eligieron vivir en el sur del país. Karina, tras casarse con Ronen, un paramédico voluntario, se trasladó al Kibutz Nir Oz, buscando un entorno donde sus hijos pudieran crecer en un ambiente comunitario y seguro. “Estuve en el kibutz con dos de mis hijos el 1 de octubre de 2023. No había miedo, la vida transcurría con normalidad”, recuerda Diego, a pesar de que a solos 2 kilómetros de distancia se encuentra Gaza.
La ruptura de la calma
La tranquilidad de la que disfrutaban se desvaneció el 7 de octubre de 2023, un día que marcaría un antes y un después en la vida de Diego y de todo Israel. A las 6:30 a.m., su esposa, de camino al hospital, lo despertó alarmada: “Mira, están tirando cohetes”. En ese momento, Diego activó el chat familiar, buscando tranquilidad en medio del caos. Aunque sus hermanas estaban bien al principio, el silencio de Karina pronto se tornó pesado. “A las 9:30, en un profundo silencio, me dijo: ‘Están adentro de mi casa’”, relata Diego, recordando la angustia que sintió al escuchar esas palabras.
La incertidumbre y el miedo
Esa fue la primera vez en su vida que Diego sintió miedo. A pesar de su experiencia en el ejército y sus viajes en solitario por el mundo, nunca había enfrentado una situación tan aterradora. Tras perder el contacto con su hermana y su cuñado, la desesperación se apoderó de él. “Empecé a llamar a amigos en el ejército, pero nadie podía ayudarme”, comparte.
Finalmente, a las 3:00 a.m., el encargado de las familias del kibutz le informó que Karina y Ronen estaban desaparecidos. La búsqueda se convirtió en una pesadilla, revisando hospitales y morgues sin respuestas. “Después de 15 días, recibí la noticia de que mis sobrinas, Mika y Yuval, estaban secuestradas”, relata Diego con un tono de resignación y alivio a la vez.
Un rayo de esperanza
La vida de Diego se tornó un mar de emociones encontradas. Tras recibir un breve video que confirmaba que Karina también estaba viva, experimentó un atisbo de esperanza. “El tiempo pasa lento, y el miedo siempre está presente, imaginándote lo que puede estar sucediendo con tu familia”, confiesa. Finalmente, tras 54 días de angustia, Karina y sus hijas fueron liberadas.
La alegría de verlas fue ensombrecida por el sufrimiento evidente en sus rostros. “Cada una había perdido 10 kilos, y el color de su piel era extraño”, recuerda Diego. Además, Yuval estaba herida. La noticia de la muerte de Ronen, que había sido asesinado y luego secuestrado, fue un golpe devastador para toda la familia recién liberada.
La lucha por un cambio
Hoy, Diego Engelbert se ha convertido en un activista incansable. “Me involucré en este movimiento porque quiero hablarle al mundo para que esto no vuelva a pasar. Las 101 personas que aún están en Gaza deben volver a casa, y no debemos olvidar el 7 de octubre”, afirma con determinación. Su historia es un recordatorio de que detrás de cada número, cada titular, hay familias que sufren y luchan por la justicia y la paz en medio de un conflicto inagotable.