Panamá, el país de los puntos de encuentro

Cuando un panameño mira hacia atrás, además de pensar en toda la lucha que sus antepasados emprendieron para ser lo que hoy somos, también recuerda los colores de todas esas banderas que a lo largo de los años han sembrado hijos en esta tierra. Hijos que aunque no podrán olvidar jamás de dónde vienen; abrazan el azul, el blanco y el rojo como propios, como esa especie de manta tejida a punta de esfuerzo y tesón que arropa sus sueños. Hijos que ven con admiración como un país de extensiones geográficas tan pequeñas alberga tanta esperanza.  

En los salones de clases de nuestros “pelaítos” hay apellidos de todas las nacionalidades que puedas imaginar, son esos pequeños quienes, sin saberlo, están haciendo del istmo un espacio donde las historias se mezclan. Cuando entre ellos hablan, siempre habrá alguno que dirá, “mi abuela era francesa” o “mi papá es americano”, por supuesto no faltará el “mis padres son colombianos” o el “mi hermano nació en Guatemala”.

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