Visita y actividad con niñas y jóvenes de la Capilla de Santa Eufrasia, donde cuidan a madres adolescentes y sus hijos.
Las ayudé brindando alimentos, pasando tiempo de calidad con los niños y dándoles juguetes.
Primero realicé una visita para conocerlos. Compartimos una merienda, conversamos, ayudé a cuidar a los niños y jugué con los más grandes. Después volví otro día para hacer actividades y juegos.
Sentí mucha alegría de poder ayudar, compartir y de saber que como ser humano puedo ayudar a otros. Me gustó compartir tiempo juntos y hacer juegos divertidos. Tenía ganas de estar más tiempo con ellos porque sentía la necesidad de seguir ayudándolos y enseñándoles.
Siento que quedaron satisfechos con mis visitas y me comprometo a continuar visitando este hogar, dando lo mejor de mí. Me gustó dar sin recibir nada a cambio y sin duda fue una experiencia que volvería a repetir una y otra vez.
Al principio me resultó difícil integrarme con los niños de diferentes edades. Pero lo bueno es que hubo una bonita acogida por parte de ellos y de las monjas que llevan el hogar, y al final me pude integrar mejor.
Desde niña mis padres me enseñaron a compartir con otras personas que no conocía pero que tenían necesidades. Sin embargo, esta experiencia fue más enriquecedora para mí porque se trataban de niños sin familia y pude compartir con ellos.



